martes, 4 de enero de 2011

PUBLICIDAD

CRÍTICA DEL DOCUMENTO
LAS MARCAS Y LA ENSEÑANZA



Tratar de realizar un comentario o crítica de una manera aséptica o imparcial, no me resulta nada sencillo. Todos tenemos una educación y unos valores inculcados desde nuestra infancia que nos marcan y nos llevan a tener y mantener unos conceptos, unas opiniones y una manera  de entender la  vida.

Sí, es cierto, que un mercantilismo desaforado, no sólo en la sociedad adulta y actual, sino en el mundo de la enseñanza, nos priva de avanzar en libertad. La sociedad que nos toca vivir está marcada por una economía libre de mercado que, sin un cierto control público, nos llevaría  a unas desigualdades sociales todavía más acentuadas.

Necesitamos de personas creadoras, de iniciativas privadas y de premiar el esfuerzo. Son necesarias aquellas marcas que son capaces de crear riqueza, no sólo para ellos, sino para un bienestar común.

La investigación  conjunta entre entidades públicas y privadas o marcas, no tienen porque ser inviable,  sino todo lo contrario, compatible. Se debe encontrar un equilibrio entre lo público y lo privado, que recíprocamente no se comercialicen.

 El mundo de la escuela es susceptible de ser torpedeado, basta comentar la debilidad y el desamparo de la mente infantil y juvenil, por el mundo de las marcas y el puro mercantilismo. También lo tenemos en nuestro espacio privativo por medio de nuestros canales de información (televisión. radio, internet, prensa….).

Es responsabilidad de los poderes públicos el velar por la privacidad de las personas y la intimidad de las personas, y sobre todo en el ámbito escolar, para que el individuo se forme con libertad y capacidad crítica. Posteriormente será libre de elegir o no las marcas.

Es complicado entender que aquellas personas que tengan responsabilidades educativas se dejen influenciar por un consumismo de marcas y que pueda permitirse la publicidad en el ámbito escolar o en espacios deportivos ligados a la enseñanza.

Desde los poderes públicos deberían de ejercer su influencia  para que las grandes marcas no cometan abusos  en países donde se elaboran sus productos. No me refiero sólo al coste económico, sino a las condiciones laborales de aquellas personas que trabajan en  unas condiciones penosas e infrahumanas para esas grandes empresas. Ahí, es donde los poderes públicos deberían tomar conciencia y actuaciones.

Una medida que los poderes públicos deberían de elaborar y las marcas tendrían que aceptar es que, parte de sus beneficios, fueran a parar a la investigación y en ayudas a los países más necesitados.

En definitiva, no estoy de acuerdo en que se comercialicen las aulas, ni a nivel de marcas, ni a nivel de ideas. Si, que se “comercialice” a nivel de  capacidad crítica, capacidad de relación, capacidad de elección y capacidad de libertad.

Que se potencie la lectura, los libros son la mejor manera de transferir las “cosas” al cerebro de los alumnos, ese es el mejor cool.


No hay comentarios:

Publicar un comentario